domingo, 6 de abril de 2008

Control de lectura 4. Desarrollo editorial: de la idea al libro

De forma parecida a las misteriosas artes de un taúr, que evoca más al instinto que a la ciencia, el editor debe tener la capacidad de elegir de entre todas las barajas del mazo, aquella que le venga mejor al juego editorial.

 

Contrario a las cartas o a algún otro juego de azar, ésta habilidad no se basa en la suerte, sino en un conocimiento rancio de las etapas de la empresa editorial, así como de sus mañas, virtudes y engaños.

 

El editor en jefe es quien debe seleccionar los manuscritos que sean de su interés, aunando a esto su factibilidad de venta y, por ende, su viabilidad económica. En este pequeño espacio es donde se encierra un gran reto para el empresario de la edición: unir el gusto de alguna lectura, con la posibilidad de vivir de ello.

 

Desde luego, lo anterior no suele ser definitivo. También existen matices entre los dos extremos, que definen la aventura o el negocio de publicar un manuscrito. Lo digo así pues se puede hallar una posibilidad afin con el gusto del editor, pero con dificultades para su distribución o para su impresión, lo que devendría en una aventura económica con grandes posibilidades de riesgo; mientras, también puede un editor valerse del éxito comercial de cierto escritor, o de cualquier tema en boga para aceptar un manuscrito relativo a ello que asegure un buen nivel de ventas, aún en contra de su gusto por él, situación que asemejaría el trabajo del editor más a un estricto negocio.

 

Las instancias sucesivas en la búsqueda de un buen manuscrito son solamente extensiones de las posibilidades del editor. Los empleados de la editorial, el sistema de catalogación de resultados, la metodología de búsqueda, la contratación de consultores y demás recursos son herramientas utilizadas a favor del objetivo editorial, por ello siempre permanecen bajo el consentimiento y la observación del editor en jefe; a fin de cuentas, es él quien tiene la última palabra.

 

En los casos de empresas más grandes cabe la posibilidad de tener diversas áreas editoriales que corran a cargo de editores especializados, situación que no propicia entorpecimientos en lo que plantea el autor, ni en lo que reseñé arriba. Aunque imagino la posibilidad de que manuscritos que involucren diversas áreas de conocimiento puedan generar algún conflicto entre los editores encargados de las mismas. Por lo demás no debería haber mayor problema.

 

No obstante la consideración sobre el peso de la palabra del editor, jefe de la empresa editorial, existen muchísimas posibilidades de realizar la obtención de manuscritos. Depende, desde luego, de las circunstancias específicas de cada empresa editorial, del editor encargado, del tema en cuestión, del público al que se dirige, de los materiales empleados, del tiempo histórico en que se publica, en fin. Cada una de estas pequeñas complicaciones son elementos que un editor talentoso debe saber tomar en cuenta para llevar a buen puerto su labor.

 

Grosso modo, la lectura señala algunas opciones generalmente utilizadas, como la sensibilidad de cada empleado de la editorial, que tenga relación con el tipo de materiales publicados en su empresa y que, por lo mismo, pueda ser selectivo con manuscritos que llegan a sus manos para hacer los llegar de la misma manera al editor. Ésta es la opción más utilizada en empresas pequeñas, y seguro, por el sentido común.

 

También existe la posibilidad de contratar personal especializado, lo que sería el caso de los buscadores de textos. Según la lógica debería de tratarse de personajes muy ligados a los centros de producción de ideas y de sus manuscritos portadores, como las universidades y centros de investigación. Por ello se señala primordialmente a los académicos. En este inciso, la selección de buscadores puede darse por área.

 

Los premios organizados por casas editoriales son una buena herramienta para la selección de manuscritos, pues parecieran ser un convenio muy efectivo para su obtención y retribuyen el talento con una amalgama entre la publicación de la obra y la retribución económica bastante ventajosas para el autor y la casa editorial.

 

Por otro lado, los agentes editoriales señalados por la lectura, parecieran ser una instancia necesaria para autores que, por tiempo, pereza o demás razones no quieran atravesar el protocolo de venta de su obra. Empero, pienso que son menos empleados por escritores nuevos en el negocio y, en lo personal, siempre prefiero atender mis cosas directamente.

 

En el caso de los manuscritos hechos por encargo, existen tantas oportunidades como temas susceptibles de aprovecharse en el mundo. Esta opción, desde mi punto de vista, reflejan el dinamismo de una casa editorial, así como de el talento del editor a cargo para sacar ventaja de las ocasiones propicias. Si en verdad existen posibilidades creativas para un editor, éste es el momento en que dichas posibilidades se reflejan.

 

Dichas ideas pueden maridarse con el plan de ventas que ofrecería una serie, por ejemplo. Explotando lenta y atractivamente un material en términos económicos y culturales, como podría ejemplificarse con lo hecho con Harry Potter. Y aún fuera del ámbito comercial, se puede planear en un esquema de libros de consulta o libros de texto, que tiene un fin más noble.

 

El resto del trabajo, según la lectural, redunda en la necesidad de articular el proceso editorial con el plan de ventas y con su financiación para hacer de una simple impresión de libros, un evento que pueda significar algo para la industria en cuestión. En este apartado no sobra hacer hincapié en la forzosa cooperación entre los editores y los encargados del departamento de ventas, para mantener en términos realistas la realización de un libro. Un ejemplo de esto son las ventas por suscripción, tal como en el caso de los periódicos, pues aparte de que dan bastante solvencia a las empresas –que conlleva la posibilidad de reinversión del capital para mantenimiento de las mismas–, también atan a cierto público con las respectivas casas editoriales para identificar a sus lectores y clientes duros, así como para estudiar a los que pueden llegar a serlo.

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