domingo, 15 de marzo de 2009
Una noticia desas que mueven
martes, 10 de febrero de 2009
Embarrada de Agenda
Esa es la ventaja de trabajar en los medios, lees el periódico antes de que se imprima. Lo mismo con la red, la televisión, la radio y anexas. En realidad no es difícil, todos son lo mismo. Tenía razón el audaz que propuso la teoría de la Agenda, según la cual todos vivimos delimitados entre los eventos que para la manada mediática merecen el calificativo de actual.
Sin embargo, no dejan de asombrar. Las novedades:
No le creen al negrito buena onda: Ni por que salió en un comic de Spider man hace reaccionar la economía gabacha. Propuso, dio números, los repitió su secretario de economía... y nada. Pues también, quiere hacer entrar en razón al único ente que jamás ha demostrado signos de tenerla, el mercado.
Luego. Sigue la fascinación por ocho chilpayates que nacieron al mismo tiempo. Causa la misma intriga que cualquiera de los animales exóticos que paren en el Discovery Channel.
Otra que está cotorra.
No, mejor no. Están pasando los telerisos una cápsula sobre Ilse, una niña robada de un albergue en el sur de la ciudad. Bueno, esa película ya la vi. Si la memoria no me falla, se trata de un trabajo especial que una reportera del periódico me dictó como trabajo exclusivo de investigación. Felicidades a ella, su trabajo fructificó. Felicidades también para la pobre niña, si la encuentran. Pero me siento parado en el epicentro de donde se originan las noticias que mueven a la gente.
También vale la pena comentar el formato de la televisión. Es una ñora conmovedora, un supuesto especialista, una reportera coqueta y un pinche presentador acartonado que al que cualquier mexicano que conozca a Pedro Infante puede ubicar, por que los ve en la misma televisora desde hace años.
Y ahora... En la Opinión de Macario Schettino.
-Con voz de Teacher- Mire usted: En Australia siguen luchando contra los incendios que han arrasado con cientos y cientos de hectáreas que...
martes, 27 de enero de 2009
Bueno, una y ya
Querido diario...
miércoles, 26 de noviembre de 2008
Necesidad de leer a Fuentes
Entre todos los comentarios, todos los invitados de honor, toda la algarabía literaria, la alta cultura y los apuntes mediáticos algo se ha perdio alrededor del 80 aniversario de Carlos Fuentes. Ese algo es, nada más y nada menos, la necesidad imperiosa de leer su obra, pues no se puede en ningún momento dar por entendido, con base en elogios externos, que Fuentes sea un gran escritor. Para afirmarlo así hay que partir de una convicción propia que sólo puede haber emanado de la reflexión de su lectura.
El eterno problema interpretativo queda solucionado en eventos pomposos donde grandes concurrencias aplauden al autor de quién sabe qué libros y por sepa Dios qué méritos literarios reales. Total, no hay porqué saber esto, basta con que lo sepan los especialistas, escritores y catedráticos que tienen la capacidad para hablar por el infelizaje. Las ausencias en mi cabeza nunca me han impedido azotar las manos al ritmo de la borregada – frase que vibra en el inconsciente de muchos mexicanos.
La profundización al menos un par de obras esquemáticas de Don Carlos puede ser más productiva que conocer las versiones indirectas que reproducen los medios o especialistas, las cuales varían infinitamente en su grado de credibilidad. De hecho, aun en el supuesto de tratar con el mayor experto en literatura mexicana o en la obra de Carlos Fuentes, o aun consultando el medio más prestigioso de contenidos culturales, nunca dejará de ser una intepretación que, de entrada, nos pone barreras entre el fenómeno Fuentes y nosotros mismos.
No todo esto ha caído en saco roto. Apenas en la inauguración de estos festejos el presidente Calderón anució la impresión de 350 mil ejemplares de varios libros de Fuentes para ser distribuidos en escuelas públicas de educación primaria. Esto de la misma manera en que muchos de nosotros hemos sido introducidos a la lectura a través de Aura durante la secundaria, preparatoria, o incluso en nivel licenciatura.
No hay como el sentir genuino de asentir con la cabeza un comentario, o de aplaudir con la gratitud llevada a las manos para ser justo con un autor que tanto ha aportado a nuestra cultura y a nuestra sociedad, no solamente a nuestras letras.
Esta oportunidad de acercamiento nos permitiría ser honestos con circunstancias y personajes planteados en esos libros. Conocer a Fuentes todo el año, no solamente en conferencias magistrales o ruedas de prensa.
Tengo el gusto de saber de Fuentes cada que reflexiono en mi ciudad, la Región más transparente; tengo el gusto de saber de Fuentes cada que encuentro un color verde profundo en el Aura e identifico la nostalgia paradigmática de nuestros vecinos del norte en algún Gringo viejo.
La negación de esto sólo nos coloca en el papel de aduladores y salameros que intentan afirmar su conocimiento cultural en elogios vacuos para una persona que hoy en día se afirma como una convención social de “Literatura”.
El valor real de los libros de Carlos Fuentes es contener elementos ricos y próximos a nostros como mexicanos y como seres humanos, los que tienen la capacidad de ser aprehendidos por nuestro humanismo para apropiarnoslos e identificarnos con ellos.
Es por esto que el mejor homenaje que se le puede hacer al señor Fuentes es solamente, simple y llanamente, leer sus libros. De esa manera seríamos sensatos y no extravagantes, seríamos auténticos y no hechos en serie por la televisón, seríamos lectores y no payasos